¡Qué ganas de fiestas ya!

Pues sí, llegan esos momentos intensos de libertad para poder hacer algo diferente a lo habitual y que nos identifican y aportan seguridad al mismo tiempo.

El sociólogo francés Émile Durkheim denomina a la fiesta “efervescencia colectiva” y no veo definición más adecuada para nuestras fiestas al visualizar lo que desde la casa del reloj se divisa el día del cohete al mirar la plaza Nueva. Esa manifestación colectiva, con un fuerte ingrediente emocional, es la esencia de la diversión, la alegría y la necesidad de relacionarnos con los demás.

Con lo confuso que está el mundo y el horror que está viviendo tanta gente, a veces, parece egoísta tener la suerte de poder disfrutar de estos siete días donde lo damos todo. Pero ya que los tenemos, los aprovecharemos para intentar escapar de la realidad, disfrutándolos al máximo porque nos van a recolocar del peso del año y van a romper la disciplina del tiempo impuesto en nuestra sociedad por las obligaciones a las que estamos sometidos.

Las fiestas nos fortalecen a nosotros y a toda la ciudad, y son parte de una cultura a la que dan forma, siempre que para ello se use una diversión sana y sin dañar ni maltratar a ningún ser, porque eso solo enfrenta y separa.

La forma de divertirse de las personas refleja una manera de explorar y comprender el mundo que nos rodea y lo que queremos hacer con él. También dice quiénes somos, a dónde vamos y, sobre todo, qué legado vamos a dejar.

¡Felices fiestas para todos y que viva Santa Ana, viva Tudela y viva Navarra!