Opinión

La imagen del país, se degrada

Dicen que la cara es el espejo del alma, y como reflejo podemos pensar en la imagen que, con este gobierno, se está exportando de España como sociedad al resto del mundo. Las políticas instauradas en una benditocracia que en ocho años han desgastado no solo los valores éticos y profesionales, sino, lo más importante, los valores sociales, están cosechando los frutos de un libertinaje que va en contra de la esencia de este país. Un país basado en el trabajo, en el entusiasmo por emprender, y defensor hasta ahora de aquello que nos sirvió y nos trajo hasta aquí.

Nunca un gobierno en España había tenido tantos frentes abiertos y tan significativos en las políticas exteriores. Primero Bolivia, luego Venezuela, después México, y por último Argentina. Estos pueblos hermanos, donde España dejó un legado histórico, se vuelven ahora contra la esperanza de seguir prosperando juntos. Es, cuando menos, una situación muy grave, cargada de connotaciones personales e incapacidades políticas, que ha ofrecido un mensaje erróneo de lo que es España.

Es difícil de explicar, pero socialmente, cuando un país proyecta libertinaje en algún sector de la sociedad, también exporta una imagen de debilidad. Una debilidad creciente, debido a las diferentes situaciones que el gobierno actual está gestionando en nuestro país. La fuerza de la democracia no se basa en reprimir el sentido común ni en crear nuevas leyes o decretos que impidan las voces discrepantes. Esto solo acrecienta la debilidad vista desde fuera.

El país necesita recuperar su imagen y, sobre todo, sus políticas exteriores, que siempre han sido muy importantes para España, especialmente con los países de nuestra misma lengua, donde el intercambio de cupos y riqueza es motor de futuro. El gobierno de España, en boca de casi todos los cónsules en embajadas, se arriesga de manera temeraria en posicionamientos sobre conflictos internacionales graves, fuera de su conocimiento, y que manchan aún más, si cabe, la imagen de este gran país.

Solo cabe esperar que nuestra cara se lave pronto, y que los demás puedan ver su alma, aquella que refleja y desarrolla el gran pueblo español.