Abuela, hoy me ha brotado este deseo,
Ser testigo del cambio de tu manto
Dorado y tu traslado ver con llanto
Hasta el altar mayor de la impar seo.
Me he visto como otrora vio Teseo,
Tras finar con la causa del espanto,
Asterión, al marcar el mejor tanto,
Digno de ser expuesto en un museo.
Un sepulcral silencio se produce
Cuando, once días antes de Santa Ana,
Se baja a la Patrona tudelana,
Sí, de su camerín, y se conduce
Su imagen al lugar más encomiable
De la catedral, no el más entrañable.
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Plumas al cierzo
Quince de julio, cuatro de la tarde
Ángel Sáez García nos escribe este poema.
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